domingo, 1 de noviembre de 2009

Capítulo 2

Me desperté en la pequeña habitación a una hora inusual, ya que las ocho de la mañana solía ser mi hora de acostarme.
Un sol inmisericorde alumbraba y calentaba desde bien temprano lo que sería el primer día de nuestra aventura helena.
Nos vestimos y salimos corriendo tras el grupo que había salido de nuestra “residencia” en dirección a la universidad del T.E.I. de Patras, alcanzándoles y saludándoles con un muy conquense “Hello!”.
Dos de ellos nos preguntaron: - Españoles ¿verdad?
Entablamos conversación con ellos y nos presentaron al resto del grupo, ya que nuestro inexistente inglés no nos permitía hablar con nadie más.
Eran Enrique y Eduardo, venían de Tenerife y Madrid respectivamente y serían unos de nuestros mejores amigos durante toda la Erasmus.
En la universidad nos reunimos los treinta estudiantes Erasmus que íbamos a hacer el curso de griego durante los posteriores cuarenta días. Allí conocimos a la única chica española del grupo y otra de nuestras grandes amistades: Gema. Además, era castellano manchega, por lo que rápidamente entendió que decir “copón”, más que una expresión es un estilo de vida.
Tras ello nos llevaron de visita a una vinería en la que probamos el vinillo griego, el cual nos acompañaría en innumerables cenas en las tabernas del país.


Al terminar la visita, nos dejaron en lo que los profesores llamaron playa. Realmente lo era, pero pegada a una carretera y con piedras en lugar de arena. Todos se comunicaban perfectamente en inglés a excepción de Emy y mía, que pasamos de ser el alma de la fiesta en Cuenca a los chavales callados de Patras.
Las únicas palabras que pude entender de Ismail, un amigo turco, fueron: - Do you like football? Real Madrid, Raúl, Casillas…
A lo que respondí con un: - Football no… Eeehhh… Raúl, Casillas… Yes…
Volviendo a la residencia para ducharnos y prepararnos para la fiesta en casa de los italianos Adam y Dario, Emy y yo aprovechamos para grabar el primer episodio de “Grecia… ¡Copón!”, una especie de diario en vídeo que nos acompañaría hasta el final de nuestra estancia en Grecia.

Tras ver lo caro que era comprar alcohol en Patras y hacernos con un poco de vino malo, cenamos en un “burguer” y fuimos a la casa italiana. Allí volví a toparme con la infranqueable barrera del idioma y no podía hablar más que con nuestros tres amigos españoles y Emy. No obstante, pude hacer algún juego de cartas para que la gente supiera que no era un objeto inanimado que solamente bebía.
El clima griego estaba haciendo estragos en nosotros, y casi treinta personas encerradas en un piso con un calor sofocante, hizo que algunos se quitaran las camisetas. Lástima que ninguna de las chicas les imitaran…
Cuando la amenaza de los vecinos de llamar a la policía se hizo realidad, dejamos el piso para ir a un parque a terminar la fiesta. Pedí a uno de los españoles que me tradujera para darle la paliza al alemán Nandor con la estupidez de que era igual que un amigo mío de Cuenca, por lo que entendí que las cosas de borracho las puedo hacer hasta estando en otro país. 

Volvimos a la residencia a las cinco de la mañana y en mi habitación me puse a intentar tocar la armónica chapurreando palabras en inglés. Pero eso ya es otra historia.

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